Nueva Sede COAG

Algo tenemos en común todos, no sólo los arquitectos.
…La primera casa que dibujamos.

El esquemático tejado a dos aguas es el signo universal de “casa”. Signo que inconscientemente se convierte en el punto de partida para un desarrollo formal que nos llevará por derroteros más o menos dispares durante nuestro ejercicio profesional. Nuestra propuesta para El Colegio de Arquitectos rememora ese acto inicial y universalmente legible de la forma habitada.

PIEDRA. El proyecto surge como sólido granítico, apoyado suavemente en el borde de una fina lámina levantada en ambos extremos con el fin de crear un ámbito separado de su entorno más inmediato. El “sólido capaz” que define la normativa es el punto de partida para que la forma busque su camino. Como el cantero que trabaja la piedra gracias a las técnicas de la estereotomía, este enorme sólido se pule bajo fuerzas físicas de empatía con el contexto, que van conformando una cristalización geométrica.

PAPEL. El sólido capaz que define la normativa urbanística del solar es un complejo poliedro. Lejos de reducirlo o descomponerlo a geometrías más simples y legibles, se parte de su complejidad y se estudian sus propiedades topológicas. Como todo poliedro, su desarrollo es desplegable en dos dimensiones. Esta potente propiedad geométrica se utiliza para mantener el control que exige la propiedad tectónica de la arquitectura.
Para mantener la sencillez, se trabaja sólo con triángulos y cuadriláteros, que construyen el bloque de granito resultante. Un bloque que siendo de piedra tiene alma de papel.

TIJERA. Las relaciones entre el interior y el exterior se realizan mediante sucesivos cortes. Algunos se materializan de manera transparente, otros, translúcidos, sólo se percibirán al anochecer.
La extracción de los fragmentos no sólo es una operación de corte superficial sino que se realizan simultáneamente extracciones volumétricas en el interior que sirven para establecer relaciones tangenciales y filtradas entre los espacios interiores y el exterior.